La recuperación de iconos y elementos clásicos para la numismática moderna

1000 liras de plata de 1970. Esta moneda conmemora el centenario de Roma como capital de Italia tras su unificación el 20 de Septiembre de 1870. Y que mejor forma de hacerlo que volviendo a los orígenes. Para el reverso de esta moneda se ha utilizado la imagen de un denario republicano de la gens Aemilia del 62 a.C

La moneda en la antigüedad era un importante elemento de comunicación e identidad. Los emblemas e iconos reflejados en sus cuños tenían como finalidad representar el poder económico, político y religioso de la ciudad a la que pertenecían. Teniendo en cuenta los medios de difusión publicitaria e informativa disponibles en la época, desde luego mucho menos numerosos y eficientes que los de la actualidad, los cuños de las monedas emitidas por la autoridad de cada ciudad o reino al que representaban cobraban un papel muy importante a la hora de identificarlo. Debido a esto, tanto la iconografía como el mensaje estaban muy estudiados, y tal fue el éxito de las monedas clásicas, especialmente romanas y griegas, que sus iconos han quedado asociados de manera permanente al nombre de la ciudad y viceversa. Tan buen resultado y aceptación tuvieron en su tiempo que no son pocas las soberanías de la actualidad que han recurrido al pasado con la intención de crear la moneda del futuro, pero no únicamente como fuente de inspiración, sino hasta el punto de volver a producir la moneda, a resucitarla, salvando las distancias claro está, a una versión moderna y mecanizada con el objetivo de representar a un país y su economía. Pero no solo se mira hacia el pasado en busca de la refinada estética que tenían los griegos y los romanos, a veces se hace con fines más siniestros, con la idea de legitimizar ya desde muy temprano, desde los albores de una civilización la identidad de un territorio y convertirlo en propaganda política a través de la herramienta cultural y social que son las monedas. A continuación exponemos algunos ejemplos donde numismáticamente hablando se recurre al pasado para diseñar el presente.

El diseño del euro griego no se limita a tomar un elemento o los elementos en conjunto de una moneda antigua, toma la moneda entera y la introduce dentro de sí, en este caso nos encontramos una moneda antigua dentro de una moderna. Y la elección de Grecia para iconografía de su euromoneda no podía ser mejor; el fabuloso tetradracma de la antigua Atenas. Se trata de una de las piezas mas emblemáticas de la antigüedad y más representativas de la numismática clásica. Una moneda que representaba el poderío económico de la antigua Atenas, una moneda muy valiosa, aceptada en todo el mundo antiguo y cuyo patrón de acuñación fue adoptado por muchas ciudades, una moneda desde luego con un pasado que contrasta con la actual situación del país, una de las economías más flacas de la eurozona

2 liras italianas de plata de 1916. Estas monedas de 1 y 2 liras de principios de siglo XX recurren a una iconografía típica del reverso de los denarios romanos de época republicana, muchos de los cuales presentan a  deidades como Júpiter y Victoria conduciendo una cuádriga y portando una hoja de palma en su mano. La composición pretende traer y representar el poder y la fuerza de la antigua Roma a una Italia inmersa en la Primera Guerra Mundial

Un penique de bronce de la Inglaterra Victoriana de 1892. A partir del siglo XIX las monedas muestran la tendencia estética de representar en forma de alegoría femenina la nación. Esto no era nuevo, ya que Roma con muchísima frecuencia se representaba a si misma como una mujer. También se representaba de la misma forma a las provincias. Esta moneda inglesa toma prestada la representación de la provincia Britania en las monedas romanas de factura casi idéntica a las representaciones de la misma Roma también presentada como una mujer sentada, en este caso la fotografía corresponde a un antoniniano o doble denario de Filipo I cuya leyenda reza ROMAE AETERNAE

Dos monedas de aluminio de 5 y 10 céntimos acuñadas durante el régimen franquista. Estas piezas copian el diseño del as y el denario ibérico, dos monedas claramente hispánicas. Las ciudades hispánicas de la Península Ibérica producían monedas con un jinete hispano al galope sosteniendo una lanza con su mano, debajo del conjunto aparecía el nombre de la ciudad que acuñaba la moneda, es este caso Bolskan, en la actual Huesca. Se recurrió a esta iconografía para hacer alusión a  los orígenes de España con un emblema poderoso, el de un équite en marcha, listo para el combate. Se necesitaban elementos que legitimizaran una forma de gobierno impuesta tras una guerra civil y las monedas eran unos vehículos óptimos para hacerlos llegar hasta el último rincón del país

Una enorme moneda de 5 pesetas de plata de 1870. En 1869 el gobierno español sustituye al viejo real por las nuevas pesetas. Para estas primeras monedas se utiliza un diseño con ya casi 2000 años, y forma parte de una serie de denarios de extraordinaria belleza con las provincias del imperio como temática, mandados acuñar por el emperador romano de origen hispanico Adriano. En la moneda, Hispania es representada por una mujer recostada, según algunos autores, sobre el mismo territorio español, apoyando su espalda en los pirineos. Sostiene con su mano una rama de olivo, apropiado es desde luego, si tenemos en cuenta que en Hispania se producían enormes cantidades de aceite de oliva que luego eran exportadas a Roma. Tras la figura de la mujer asoma un conejo, un animal muy común tanto en la actual como en la antigua Hispania. 

De manera extraordinaria 132 años después de la aparición de la peseta y con motivo de su última acuñación en el 2001 para dejar paso al euro, se vuelven a emitir dos piezas que rememoran una vez mas el primer diseño copiado al denario de Adriano. Por un lado una moneda de 100 pesetas de curso legal de cuproníquel y una moneda conmemorativa de 2000 pesetas de plata 

V.R.S